Al finalizar la guerra en España durante los últimos días de marzo de 1939, decenas de miles de hombres y mujeres que habían combatido con el gobierno republicano, buscaron el exilio en tierras francesas.
Entre aquellos españoles había algo más de veinte mil cántabros, algunos de los cuales habían salido por mar en el verano de 1937 después de la caída del Frente Norte, y otros habían acompañado a las últimas fuerzas leales en el cruce de la frontera a principios de 1939.