Me miran y me sonríen. Me hablan a gritos y muy despacio, como si fuera el tonto del pueblo. Me miran y me sonríen, ella me ha saludado con la mano, de lejos, él nunca lo hace. Yo he levantado una de mis muletas como si fuera mi mano y me he acercado, pasito a pasito, hasta ellos. Cuando llegaron al pueblo eran ellos los que se acercaban a mí, pero ahora se han quedado ahí, moviendo los pies impacientes, aunque sonrían. Creo que hace tiempo que no me los encuentro. Pasan los días y a veces no me entero de cuántos han pasado. Vuelvo no sé de dónde, de qué pensa- miento o de qué sueño y me da la impresión de que he pasado mucho tiempo con los ojos cerrados, como si hubiera estado muerto un tiempo porque no sé dónde he estado ni con quién, si he pensado o me he movido, si he comido o he cagado. De repente me doy cuenta de que estoy así, con los ojos cerrados, y sólo sé que sigo vivo porque me huelo.

Los ojos cerrados de Edurne Portela es una novela sin concesiones, desde el primer párrafo, dura, que te mete en la historia y te ata a ella y te impide cerrar los ojos. Magistral.


Los abismos es un relato estremecedor en el que una hija asume las revelaciones de su madre y los silencios de su padre para empezar a construir su propio mundo. Tras el éxito de La perra, con esta novela, Pilar Quintana consolida el importante lugar que ha conquistado en las letras hispanoamericanas.

‘Los abismos’ es la quinta novela de Quintana, que la ha escrito basándose en su propia experiencia de la maternidad y en sus recuerdos de infancia. En palabras del jurado que le ha otorgado el el XXIV Premio Alfaguara de Novela, la novela despliega “una prosa sutil y luminosa en la que la naturaleza nos conecta con las posibilidades simbólicas de la literatura, y los abismos son tanto los reales como los de la intimidad”.

Primeras páginas de Los abismos en Babelia


Al final siempre ganan los monstruos, de Juan Manuel López (Juarma), es una novela coral, canalla pero tierna que presta oído y da voz a los que apenas pueden explicarse. Entre Faulkner y Makoki, entre Rebeldes y Carson McCullers, un libro durísimo y divertido sobre un lugar y sobre no poder salir de él.

Un libro que se localiza entre Villa de la Fuente, el pueblo donde Cristo perdió el mechero y plantar marihuana puede ser la salida fácil para al menos tener un vehículo y no tener que coger el autobús para desplazarse a la Ciudad, ese otro lugar donde se vive de un modo más salvaje y absurdo. Entre ambos mundos discurren las vidas de Juanillo, Jony, Lolo, Vanessa y el Cucaracha, personajes marcados por su relación con las drogas que moldea a la perfección este Mohamed Chukri de Los Montes Orientales.

Reseña de «la novela punk de Juarma» en Haz lo que debas


Lali tiene 20 años, vive en la periferia de Sevilla con su madre y un tío abuelo enfermo y con mala leche. Trabaja en un Telepizza mientras estudia Magisterio, se olvidó de echar la instancia para las prácticas, así que cuando descubre que le han asignado un colegio de monjas ya es demasiado tarde. Sin embargo tendrá que superar el miedo y aprender que también esos niños necesitan lo mejor de ella, que también el amor se desvanece, que también los adultos incumplen las promesas expedidas.

Su mejor amiga estudia Enfermería y se llama Gloria. Su perro, Bobo. El chico con el que se acuesta de vez en cuando, Fernando. Eulalia, Laly, tiene 20 años y dice que se siente débil y está cansada. Laly dice que le quema la vida y se pregunta cuándo dejará de quemar: ¿Cuando termine la carrera? ¿Cuando tenga un trabajo digno?

Laly es la protagonista de la nueva novela de Elisa Victoria para Blackie Books , El Evangelio (Blackie Books) en la que construye aquí una historia que habla del malestar y el cansancio de alguien que no tiene muchas ganas de comerse el mundo porque bastante tiene con entenderlo consolidándose como una de las mejores escritoras de su generación.