Helena Pallarés, (IG: helena_pallares) ha sido la ilustradora encargada de crear la ilustración para esta edición y nos cuenta que: «Una lectora se adentra en las primeras páginas de un libro, que al mismo tiempo es una librería, y sale de ella transformada y llena de color, llevando en una mano varios libros y, en la otra, un globo, como símbolo de dicha y libertad.
Con esta ilustración he querido representar el poder transformador de las librerías en nuestra forma de apreciar el mundo, la capacidad de una historia de cambiar un poco o del todo nuestras vidas. El globo representa ese regalo, «salir» de una librería con la sensación de haber vivido una experiencia propia, el de una historia que te acompaña para siempre.»
Hoy conmemoramos el día de las librerías, poco que celebrar, cada vez somos menos pues para muchos se está haciendo imposible la sencilla supervivencia. Solamente en Librerías Asociadas de Cantabria hemos perdido dos socios, el año pasado la Librería Utopía de Santander y, hace un par de meses, la Librería Infantil Unquera. Desde 2013 varias librerías más y decenas de puestos de trabajo.
Más pronto que tarde deberemos plantearnos como sociedad si queremos que en nuestros barrios existan unos comercios bastante particulares llamados librerías. Unos comercios que trafican con sueños, con objetos que contienen el conocimiento humano de todas las épocas, estos objetos, los libros, se supone que tienen un precio justo y fijo, el que permite que sobrevivan los trabajadores y trabajadoras de toda la cadena de distribución.
Sin embargo, desde las asociaciones de libreros tenemos que reclamar una y otra vez a los poderes públicos que cumplan y hagan cumplir la ley ante la avalancha de venta ilegal de libros, el descontrol en plataformas on-line que no pagan impuestos, que extraen capitales hacia países extranjeros sin rendir cuentas, que venden libros robados, que incumplen la ley del libro. Hoy mismo algunos están ofreciendo descuentos ilegales a pesar de que arriesgan multas de 3.000 euros por saltarse la ley del libro que establece el precio fijo. El pasado año el Ayuntamiento de Torrelavega y otros diez ayuntamientos de toda España tuvieron que revertir licitaciones tras sentencias firmes, en nuestro caso del TSJ de Cantabria. La Consejería de Educación da instrucciones a colegios e institutos para compra de libros en las que se penaliza a las librerías locales a favor de otras foráneas.
Mientras las librerías estamos permanentemente en la cuerda floja muchos de nuestros vecinos prefieren comprar sus libros en multinacionales a las que les importan muy poco los libros y cuyo principal negocio es la ingeniería financiera para pagar los menos impuestos posibles y maximizar beneficios con modelos empresariales extractivos y de explotación de sus trabajadores. Otros compran en cadenas nacionales con sede fiscal en Madrid, una comunidad en la que se venden más de la mitad de los libros de España porque es ahí donde revierte ese 4% de impuestos que pagan por los libros adquiridos en sus cadenas y tiendas on-line. Mismo objetivo: “optimizar” los costes pagando los menores impuestos posibles por su actividad.
Las librerías de barrio hacemos ciudad, creando comunidad, limpiando a diario nuestro trozo de acera ante la dejación de funciones de los responsables municipales a los que poco les importan que calles comerciales tengan que soportar suciedad y olores nauseabundos de orines y heces. En cinco años hemos aportado a Castro-Urdiales más de 150 actividades culturales que cada uno puede cuantificar lo que costaría a las arcas públicas si tuviesen que contratarse por el ayuntamiento, hemos pagado alojamiento y dietas a autores venidos de toda España, hemos repartido miles de folletos turísticos de Castro-Urdiales a otros tantos turistas españoles, y algunos foráneos, en Bilbao y Santander. Operamos dentro de las leyes que nos aplican, pagamos nuestros impuestos (entre ellos 30 metros cúbicos de agua cuando consumimos menos de 3, en su mayor parte para fregar la acera), colaboramos encantados con aquellas iniciativas culturales y de fomento de la lectura de instituciones públicas y privadas de nuestro pueblo.
La misma función realizan muchísimas de las librerías de barrio de toda España y hoy nos acordamos especialmente de las librerías valencianas arrasadas por el temporal, por ello celebramos la iniciativa de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías de entregar un mínimo del 5% de las ventas del día de hoy para que puedan recuperarse y volver a abrir sus puertas. No podemos permitirnos el cierre de ninguna librería. En pocos años el último libro de Pérez Reverte solamente podrá adquirirse en supermercados y oficinas de correos, lugares de venta preferidos de los grandes grupos editoriales antes que las librerías independientes.
Esta es la situación, pero no queremos finalizar sin dar nuestro agradecimiento a lectores y lectoras conscientes que apoyan y valoran el trabajo de nuestras librerías porque saben que sin librerías independientes peligran ecosistemas enteros de pensamiento que se expande a través de pequeñas editoriales independientes que no tendrían cabida en el modelo de mercado de grandes cadenas que prefieren vender cien ejemplares de un título hecho con IA que quinientos ejemplares de quinientos títulos en cuya producción han participado cientos o miles de trabajadores. Otro día hablamos del trato que nos dan los medios de comunicación financiados con dinero público. Seguiremos resistiendo. Muchas Gracias.