Richard Feynman (1918-1988) fue uno de los científicos más creativos y originales del siglo XX. Honrado por la Academia Sueca en 1965 con el Premio Nobel de Física por sus tan profundas como idiosincrásicas contribuciones al desarrollo de la electrodinámica cuántica, Feynman se caracterizó como científico por la claridad y originalidad de sus enfoques, así como por la variedad de sus intereses, desde la física cuántica y de altas energías hasta la física estadística, pasando por la gravitación o la física general. Asimismo, y aunque es menos conocido, se interesó por la teoría de la computación, a la que dedicó cursos hoy legendarios en el California Institute of Technology.

 

El presente libro recupera los contenidos de aquellos cursos, que con justicia pueden considerarse todo un clásico de la ciencia contemporánea. A través de las páginas de esta excepcional obra, los lectores podrán familiarizarse con, entre otros, temas tan diversos y fundamentales como la estructura y limitaciones de los ordenadores, la teoría de la información, la física de la tecnología de semiconductores o los en la actualidad tan comentados ordenadores cuánticos. Completa tan singular como excepcional obra, un magistral estudio introductorio de uno de los científicos españoles más destacados: el catedrático de Física Teórica Alberto Galindo.

El lector tiene, pues, en sus manos una irresistible mezcla de irreverencia y seriedad, de sencillez y profundidad, que le adentrará en el mundo de la computación. El lenguaje directo de Feynman conduce el discurso científico con una suavidad envidiable a través de temas realmente sutiles. Y no debemos olvidar que este texto ejerció una tremenda influencia sobre la creación del campo de la información cuántica. Cuando, en el futuro, dispongamos de un ordenador cuántico, seguiremos refiriéndonos a estas lecciones de Feynman.

 
 
 
 
 
 

 

«La historia de la invención de los ordenadores se ha contado en muchas ocasiones y desde distintos puntos de vista, pero nunca con tanta autoridad y profusión de detalles como lo hace George Dyson. […] La catedral de Turing fascinará a los amantes de la informática.»
The Seattle Times

«Es posible inventar una sola máquina que pueda utilizarse para computar cualquier secuencia computable», anunció en 1936 un joven Alan Turing de veinticuatro años.

En los años 40 y 50 un reducido grupo de hombres y mujeres, liderado por John von Neumann, se reunió en Princeton, New Jersey, para comenzar la construcción de una de los primeros ordenadores que materializaría la visión de Alan Turing de una máquina universal. Los códigos generados en ese embrión de universo de 5 kilobytes (menos memoria de lo que requiere un solo icono en la pantalla de un ordenador actual) rompieron la distinción entre números que significan cosas y números que hacen cosas, y nuestro universo cambió para siempre. La catedral de Turing es la historia de la invención más constructiva del siglo XX, el ordenador digital, de quiénes y cómo la crearon.

Un relato histórico y profético que nos cuenta cómo el código logró conquistar el mundo y se aventura a plantear el futuro del universo digital.

La catedral de Turing es una obra difícil de clasificar, seguramente tan difícil como su autor. Hijo del físico Freeman Dyson, y hermano de una de las mujeres más influyentes de Silicon Valley, Esther Dyson, George pasó parte de su infancia en una dimensión alternativa, una escuela dentro del Instituto de Estudios Avanzados -IEA- de Princeton, New Jersey. El IEA es popularmente conocido por haber albergado al científico más célebre del s. XX, Albert Einstein. Pero el hombre que revolucionó nuestro entendimiento del espacio y el tiempo compartió pasillos con genios de la talla de Kurt Gödel -conocido por su Teorema de Incompletitud que puso límites a lo que las matemáticas pueden demostrar-, Wolfgang Pauli -pionero de la cuántica- o, ambos clave para esta historia, Alan Turing y John Von Neumann. Turing, cuya popularidad ha alcanzado un cénit gracias a la película ‘The imitation game’, fue el arquitecto de la ‘catedral’ en el título de la obra de Dyson. Pero el verdadero protagonista es su genial constructor -y probable arquitecto ejecutivo-, el matemático húngaro John von Neumann