Proscritas

Lyndall Gordon recuerda el camino que abrieron las pioneras con ilustrativas y detalladas semblanzas biográficas de cinco grandes escritoras que tomaron la palabra en una sociedad que habría preferido que estuvieran calladas: Mary Shelley («Prodigio»), Emily Brontë («Visionaria»), George Eliot («Rebelde»), Olive Schreiner («Oradora») y Virginia Woolf («Exploradora»). Trazando vínculos a veces dolorosos entre su vida y su obra, Gordon escarba en sus ambiguas relaciones familiares, en su deseo de educación, en su concepción del anonimato, en su posición frente a la jerarquía social, los hombres y el sexo, en su rechazo de los artificios de feminidad y en su indagación productiva en el silencio y la sombra.

 

Voces de escritoras olvidadas

Este libro se propone cumplir con una de las obligaciones pendientes de la historia de la literatura española, pero también de la historiografía en general y, en concurso con ella, de la memoria histórica: recuperar para el lector la voz de las escritoras que sufrieron el trauma de la Guerra Civil y del exilio y que, aún hoy, a pesar de la intensidad de sus letras, permanecen olvidadas. En la obra de las mujeres que colman esta antología, silenciadas como tantas de sus compatriotas, son temas recurrentes el extrañamiento ante el otro, la nostalgia o la idealización del retorno, que condensan las vivencias traumáticas del doloroso momento histórico que les tocó vivir. Este volumen reivindica sus voces a partir de una cuidadosa selección de sus textos, estremecedores por la dureza con la que expresan el desarraigo y el abandono de lo propio, apenas dulcificados por la esperanza del regreso.

Esta antología reúne textos de Isabel Oyarzábal Smith, Mercedes Pinto, Victoria Kent, Aurora Bertrana, Concha Méndez, María Teresa León, Luisa Carnés, Ernestina de Champourcin, Marcía Enciso, Mercè Rodoreda, Concha Castroviejo, María Josefa Canellada, Silvia Mistral, Cecilia G. de Guilarte, María Vitoria Valenzuela y María Luisa Elío. Todas ellas tuvieron que exiliarse a consecuencia de la Guerra Civil. La selección de textos de cada autora viene precedida de un breve estudio introductorio que pone su obra en contexto.

 

Diario de una perdida

Publicado en 1905 supone un ácido análisis de la burguesía alemana de la época en algunos aspectos que, salvando las distancias, siguen hoy vigentes. Margarete Böhme, escritora curtida en la novela popular, presentó al público una arriesgada y verosímil historia. Mediante el reflejo exacto del diario hallado de una joven, del que Böhme se presentaba como «editora», se daba noticia de una adolescente burguesa que se ve forzada, por las artimañas de un entorno hipócrita, a un episodio de prostitución.

Desde un inicio, esta prototípica trama se vuelve totalmente original debido al pionero mecanismo que utilizó la autora que motivó una fuerte polémica sobre el cariz y la legitimidad de su narración. Además, presentaba un «exhaustivo inventario sobre el comercio sexual» en palabras de Walter Benjamin y fue tildada de pornográfica. Por último, impresionó al público y todavía lo hace hoy la fuerza insumisa y emancipatoria del dietario de la joven Thymian, que mostraba un nuevo camino expresivo ante la opresión del mundo femenino.
Considerada como «la narración autobiográfica más notoria de principios del siglo xx y la más exitosa comercialmente», Diario de una perdida, en nuestro idioma por primera vez, vendió millones de ejemplares, tuvo catorce traducciones y varias versiones en la gran pantalla la llamativa película homónima de 1929, realizada por G. W. Pabst y protagonizada por una superestrella como Louise Brooks, hizo honor a su fama de superventas en toda Europa. La persecución de la reivindicativa obra de Böhme en la Alemania nazi le acarreó un injusto olvido.