Entre la narrativa en lengua extranjera queremos destacar las traducciones de El Jardín de Vidrio de Tatjana Tibuleac; Una novela iniciática sobre el trauma y la búsqueda de la identidad. Una lectura contundente, hechizante, cruel e inquietante que cuestiona la maternidad, el amor y los vínculos que nos unen con nuestro pasado. Tras «El verano que mi madre tuvo los ojos verdes» llega la nueva novela de Tibuleac que estamos deseando leer.

Originalísima primera novela de Eley Williams, una autora deslumbrante, El diccionario del mentiroso es una celebración del rigor, la fragilidad y el absurdo del lenguaje y, ante todo, del goce que nos proporcionan las palabras.

Esparcidos por esta tierra remota y hostil, del tamaño de un continente, numerosos pianos resisten el paso del tiempo, testigos de cómo durante los siglos XIX y XX la música se convirtió en el centro de la vida pública y privada de los rusos. A caballo entre la literatura de viajes, el ensayo narrativo y la historia de la música, Los últimos pianos de Siberia de Sophy Roberts, sigue los pasos de muchos de estos pianos, así como las historias personales de quienes hicieron posible la proeza de que estos pianos lograsen viajar miles de kilómetros.

Partiendo de la historia familiar de Shakespeare, Maggie O’Farrell transita en Hamnet entre la ficción y la realidad para trazar una hipnótica recreación del suceso que inspiró una de las obras literarias más famosas de todos los tiempos. La autora, lejos de fijarse únicamente en los acontecimientos conocidos, reivindica con ternura las inolvidables figuras que habitan en los márgenes de la historia y ahonda en las pequeñas grandes cuestiones de cualquier existencia: la vida familiar, el afecto, el dolor y la pérdida. El resultado es una prodigiosa novela que ha cosechado un enorme éxito internacional y confirma a O’Farrell como una de las voces más brillantes de la literatura inglesa actual.

Hannelore Cayre ha conseguido en La madrina —auténtico fenómeno de público y crítica dentro del panorama reciente del noir galo— hacer de su poliédrica protagonista, Paciencia Portafuegos, un irreverente, carismático e inolvidable personaje que Isabelle Huppert encarna magistralmente en la reciente adaptación cinematográfica de la novela y que se estrenó el pasado 23 de abril mientras celebrábamos el día del libro

Pía Pera nos deleita desde el primer verso del poema 50 de Emily Dickinson que da título a su novela Aún no se lo he dicho a mi jardín con un canto de amor a la vida y a los jardines desde la enfermedad; una novela que estamos leyendo y disfrutando muchísimo por su calidad literaria y porque es un himno a la resistencia lleno de luz ante el dolor y la adversidad.

Recientemente pudimos disfrutar de un fantástico Coloquio/Taller en Tres Movimientos en el que Joaquín Marta nos regaló una magistral introducción al análisis literario comparado, en el que diseccionó (destapó el tarro de las esencias y nos ayudó a mirar dentro), Tiempos Recios, Lluvia Fina y Tres Movimientos.
 
Dentro de unas semanas, con la ayuda de Joaquín y a sugerencia suya echaremos una mirada dentro de Ordesa, de Manuel Vilas y de La casa holandesa siguiendo la línea temática de los conflictos intrafamiliares que plantea Lluvia Fina de Landero.
 
Para que no sean dos sin tres, desde Anaïs Libros sugerimos El verano que mi madre tuvo los ojos verdes,  de Tatiana Ţîbulea. Reconocida con el premio Literatura de la UE 2019y  finalista al Premio Librerías de Madrid.
 
 
 
«Me adentraba en los bosques. Volví a tocar la vida. Viajé hasta Ordesa, y me quedé contemplando las montañas. Vi con claridad los errores de mi vida y me perdoné a mí mismo todo cuanto pude, pero no todo. Aún necesitaba tiempo.»
 
El desencadenante de la historia narrada es la muerte de la madre, a comienzos de 2014, casi una década después de que lo dejara también su padre a causa de un cáncer de colon. Un segundo luto que viene agravado por el casi simultáneo di­vorcio del narrador. Un narrador sin nombre de cincuenta y dos años —aunque un tío paterno afincado en Galicia al que no ha visto en los últimos treinta años lo iden­tifique al teléfono en algún pasaje como Manoli­to—, un escritor, nacido en un pequeño pueblo del norte de España llamado Barbastro, que se pare­ce mucho al autor de carne y hueso.
 
 
 
Ordesa es una crónica íntima de la España de las últimas décadas, pero también un relato sobre todo aquello que nos recuerda que somos seres vulnerables, sobre la necesidad de levantarnos y seguir adelante cuando nada parece hacerlo posible, cuando casi todos los lazos que nos unían a los demás han desaparecidos roto. 
 
 

 
 
 
 
 


A finales de la Segunda Guerra Mundial, a Cyril Conroy lo visita la suerte: hace una única pero muy inteligente inversión que le permite poner en marcha lo que se convertirá en un gigantesco imperio inmobiliario. El negocio catapulta a su familia desde la pobreza a una ingente riqueza, y su primera decisión es comprar la Casa Holandesa, una rica mansión a las afueras de Filadelfia. La casa, que pretende ser un regalo para su esposa Elna, terminará marcando los designios de toda la familia. Elna, incapaz de soportar la vida en una mansión como aquella, abandona a su familia para entregarse a los más necesitados. Maeve, la hermana mayor, se verá obligada a ejercer de madre para Danny, el pequeño. Circunstancias imprevisibles golpean a los hermanos, que se ven obligados a abandonar su casa de ensueño y rayan de nuevo la pobreza de la que habían escapado sus padres. La adversidad y una profunda nostalgia hacia el hogar que les ha sido arrebatado forjarán un vínculo indestructible entre ellos.
 
 
«La Casa Holandesa» es un cuento de hadas sembrado de claroscuros, un relato sobre un paraíso perdido que ahonda en cuestiones como la memoria, el amor y el perdón.
 
 
 
 


Aleksy aún recuerda el último verano que pasó con su madre. Han transcurrido muchos años desde entonces, pero, cuando su psiquiatra le recomienda revivir esa época como posible remedio al bloqueo artístico que está sufriendo como pintor, Aleksy no tarda en sumergirse en su memoria y vuelve a verse sacudido por las emociones que lo asediaron cuando llegaron a aquel pueblecito vacacional francés: el rencor, la tristeza, la rabia. ¿Cómo superar la desaparición de su hermana? ¿Cómo perdonar a la madre que lo rechazó? ¿Cómo enfrentarse a la enfermedad que la está consumiendo? Este es el relato de un verano de reconciliación, de tres meses en los que madre e hijo por fin bajan las armas, espoleados por la llegada de lo inevitable y por la necesidad de hacer las paces entre sí y consigo mismos.
 
 
Plena de emoción y crudeza, Tatiana Ţîbuleac muestra una intensísima fuerza narrativa en este brutal testimonio que conjuga el resentimiento, la impotencia y la fragilidad de las relaciones maternofiliales. Una poderosa novela que entrelaza la vida y la muerte en una apelación al amor y al perdón. Uno de los grandes descubrimientos de la literatura europea actual.