Por las pupilas ávidas del pequeño lector dos universos se entrecruzan en este libro: el de la realidad, representado por humanos, y el de la fantasía, donde se alojan elfos que fabrican espejos que muestran mundos lejanos, peligrosas sirenas de sinuosas curvas, cuervos maledicentes, pulgarcitos experimentados en el arte de robar, hobs trabajadores, gruñones y armados con finas agujas de coser, seres que adornan sus cabelleras con fuegos fatuos y muchos más pobladores del mundo que no se ve.

La copa de plomo y oro es un cuento que se desarrolla en Londra, en la época de los carruajes tirados por caballos y de los niños deshollinadores. Es la época victoriana de las historias de Dickens; porque La copa de plomo y oro huele a aromas dickensianos, aunque también a mitología escandinava.

Es invierno en la ciudad de Londra y la joven Tabetha sobrevive buscando tesoros en las fangosas orillas del Támesis a pesar de la nieve. El día de Nochebuena, un siniestro desconocido le ofrece tres monedas de plata a cambio de que encuentre y le entregue el trozo que completaría un objeto mágico de valor incalculable: la misteriosa copa de plomo y oro…

La copa de plomo y oro es un cuento sobre la superación personal, sobre la solidaridad y sobre la amistad. Pero hay mucho más: el cuento enseña a los niños que la vida se compone de momentos tristes y alegres. También les descubre que la realidad y la magia forman parte de una misma cosa, pues la magia es hija de la mente humana.

La copa de plomo y oro (Cornelia Funke).