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Fiti no se parece a ninguna tortuga que puedas conocer.
Todos se asombraron al verla nacer, porque rompió el huevo en un plis plas.
A todos sus hermanos les hizo falta más tiempo para salir a respirar por primera vez, y además hacían las cosas más despacio, como acostumbran a hacer todas las tortugas.
Su padre y su madres tampoco podían seguir el ritmo de Fiti.
Así, pues, pronto empezó a sentirse sola.
Cuando no rodeamos de gente -familia o amigos-, los problemas se vuelven más fáciles de resolver.
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