Es 1922 y los habitantes de Likóvrisi, en Anatolia, se disponen a celebrar la Semana Santa con una representación dramatizada de la Pasión.
El reparto de papeles recae en el Consejo de Ancianos, que elige al joven Manoliós para encarnar a Cristo.
Entretanto, los habitantes de una población cercana, arrasada por el ejército otomano, se refugian en Likóvrisi, lo que crea divisiones entre los vecinos: mientras que el pope y los Ancianos se niegan a acogerlos, los aldeanos más modestos, escogidos para representar a Cristo y sus apóstoles, acuden en su ayuda, y este acto de caridad trastocará la apacible vida del pueblo.
En esta magnífica tragicomedia Nikos Kazantzakis muestra, con su característica lucidez y fuerza, cuán perturbador resulta atenerse fielmente a los valores del cristianismo, y con ello desenmascara la hipocresía de las instituciones religiosas y civiles.
Todo indica que, si Cristo volviera a visitarnos, habría más de uno dispuesto a lavarse las manos y muchos a crucificarlo de nuevo.