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En la ciudad costera de Castro Urdiales, en Cantabria, en el piso tercero de la calle José María Pereda, número 5, vive el matrimonio formado por Juan Martín de Argenta y Laura Maza, él jefe de estación de ferrocarril de vía estrecha que unía Castro Urdiales con Traslaviña y ella, costurera. El 19 de noviembre de 1913 nace en aquella casa un niño al que bautizan con el nombre de Ataúlfo Exuperio. El pequeño Ataúlfo escuchaba frecuentemente a su padre, que sabía tocar aceptablemente el piano, y muchas horas libres las empleaba en tocar sobre todo la música de Bach. Don Juan no puede por menos que darse cuenta del impacto que causa la música en su hijo y contrata a una profesora, doña Justa Blanco, con la que estudia solfeo y piano. Y del piano al violín, con Vicente Aznar, un violinista-pescador o un pescador-violinista. Horas se tiraba el pobre niño esperando ver si picaban o no, para comenzar sus clases de violín. Y si no picaban, ese día se quedaba sin clase. Ataúlfo llegaría a tocar bastante bien el violín e incluso la viola. Tenía una voz bonita de tiple y le gustaba cantar en el coro del que fue pronto solista.
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